miércoles, 6 de noviembre de 2019

Relato propio: Un lunes

Este relato forma parte de un ejercicio que tenía que hacer para el curso de escritura. Cómo no es exactamente lo que me pedían pero me gusta el resultado, os lo comparto. Espero que os guste. 


Era lunes, un lunes muy lunes. Ya sabéis, de los que quieres que terminen a las dos de la tarde. Subí al autobús que va al hospital, para reunirme con mi madre, que estaba allí haciendo compañía a mi padre. Él llevaba tiempo ingresado por culpa de un cáncer que no quería abandonarle y me temía que pronto sería él el que nos abandonaría para siempre. Sería una chica sin padre. 
El autobús estaba lleno de gente joven, era el autobús que pasaba por la universidad, dónde me subí yo. Yo estaba de pie en el sito reservado para carros y sillas de ruedas. Una chica de pelo largo y liso apuntaba en una libreta mientras escuchaba música con sus auriculares, sentada en los asientos en frente de mí. Detrás de ella, un chico moreno, con un tatuaje en el cuello veía una serie en su móvil y en la parte de atrás del autobús, dos niñas mellizas jugaban a tirarse de los pelos mientras su madre, cansada, intentaba que parasen.
Entonces, recibí un mensaje de WhatsApp que resonó fuerte en el autobús. Era mi madre. No podía ser bueno. El corazón me subió a la garganta. Y como me temía, mi padre estaba empeorando y quería saber cuándo llegaría.
Le dije que en diez minutos. 
Estaba muy nerviosa y tardé en percatarme de las notificaciones de WhatsApp que sonaron consecutivas por todo el autobús.
Miré a mi alrededor y la chica de pelo liso, el chico del tatuaje y la madre de las niñas estaban mirando sus teléfonos.
Seguí mirando mi móvil, parecía que no pasaba el tiempo o el autobús iba más lento de lo habitual.
En ese instante a la chica del pelo liso la llamaron por teléfono. Respondió y acto y seguido empezó a llorar. La señora de su lado le preguntó qué le pasaba y la chica dijo: 
-Mi padre ha muerto. 
Blanca cual papel, me agarré de la barra de seguridad. Empezó a sonar un teléfono detrás de la chica, después uno al fondo del autobús. Y el mío. 
-Nuestros padres habían muerto.