Hoy os traigo un relato escrito para el concurso de Escuela Tinta Púrpura. Está es la foto de inspiración.
Cuando era pequeña tuvo que dejar de estudiar danza porqué sus padres no tenían dinero. Pero Alma llevaba el baile en la sangre. Ya al levantarse por las mañanas sentía que sus pies querían ponerse en punta, un cosquilleo hacía que sus piernas empezaran a moverse y sus brazos querían acompañar a todo el cuerpo girar. Así que en realidad nunca dejó de bailar.
Cuándo cumplió dieciocho años se presentó a la recepción de una escuela de ballet diciendo que quería matricularse.
-Usted es demasiado mayor para el ballet, señorita.- Le dijo la directora de la escuela, una señora delgadísima y esbelta, se notaba que había bailado toda su vida.
-Usted hágame una prueba.
Alma bailó y su ritmo, su gracia eran totalmente naturales. Quien la veía bailar tenía sensación de serenidad y paz interior ya qué lo que veían sus ojos era un baile de una belleza absoluta y de que nunca nadie bailó mejor.
Alma ahora es una gran bailarina en una de las compañías más importantes del mundo. Es la bailarina de más edad pero nunca es tarde.
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